lunes, agosto 15, 2011

El amo revolucionario


A Hari Seldon le llaman el cuervo porque predice el desastre: como la capital del imperio se especializa en gran centro administrativo, su precio aumenta. Presa de las oligarquías que disputan su dominio se torna vulnerable e incapaz de defenderse a sí misma.

Como psico-historiador (ha creado una ciencia estadística basada en las matemáticas y la psicología de masas), Seldon anuncia la destrucción. Una nueva época de barbarie, religión y oscurantismo cubrirá a la humanidad con mayor rigor al sufrido tras la caída de Roma.


Señor taxista.- ¿A dónde lo llevo joven?

Señor de pelo largo.- A la cineteca por fas.

Señor taxista.- ¿Va a la muestra de cine alemán?

Señor de pelo largo.- A esa mera.

Señor taxista.- ¿Ya compró boletos para el Auditorio Nacional?

Señor de pelo largo.- Va a estar Metrópolis ¿no?

Señor taxista.- Sí, en pantalla gigante. ¿Ya la vio? ¿Es buena?

Señor de pelo largo.- Hace muchos años. Cómo es lento este taxista, no voy a llegar.

Señor taxista.- Dicen que es muy futurista para su época. El cine silente es distinto. Como no podían hablar, todo lo hacían con gestos. Yo siempre he tenido la duda de por qué no les ponían subtítulos como ahora, en vez de pasar los cartones de “y entonces él asesino fue detrás de la doncella”.

Señor de pelo largo.- Buena pregunta.


La destrucción podría atemorizar a cualquiera pero es deseada por extremistas como solución a una humanidad enferma y no dudan en inmolarse si con ello remueven conciencias.


Como decía Lacan, “los revolucionarios anhelan un amo”, Papa infalible que fije la norma, calca de sus certezas luminosas y redondas pues también ellos han vislumbrado lo bueno y lo malo. Son profetas. Por eso tras toda revolución la historia desemboca en dictaduras idénticas a la reacción combatida: Pinochet y Stalin estrecharon catolicismo y comunismo ateo en sociedades de simetría totalitaria.


Los anarquistas son distintos al no desear un gobierno central sino la supresión de los vínculos de dominación arrastrados desde que el mundo es mundo, pero algunos, al arrogarse la decisión sobre vida y muerte, se transforman en fascistas sin ejército, tiranzuelos. Quieren un amo pues en su fuero interno se han confundido con él.


Quienes pusieron la bomba en el Tec han perdido un tornillo. A quien trabaje para el desarrollo de la ciencia –en su rubro nanotecnológico- podrá estallarle un artefacto entre las manos. De su conducta al terrorismo hay sólo un paso, si no son lo mismo.


Cierto: la ciencia trabaja para el capital y éste no tiene amigos cuando calcula sus ganancias. Pero Marx tenía muy clara la diferencia entre el lugar llamado a ocupar en la estructura y la persona: los empresarios son inocentes de la explotación cometida en nombre de la maquinaria pues al defenderla apuntalan su precaria identidad. Marx los consideraba tan alienados como el proletariado. En tal sentido era un humanista.


Así lo entendieron Fritz Lang y Thea von Harbou, su mujer, cuando al escribir el guión de la película “Metrópolis”, comandaron su mensaje a través de la frase brújula “el mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón”. La escena en la cual la maquinaria se transforma en el Dios Moloch sediento de sacrificios es formidable.


Pero si el terrorismo del capital (destrucción de culturas vivas pues “el pez grande se come al chico”) puede separarse de los individuos que en su nombre lo cometen, también el dirigido por loquitos antinanotecnológicos contra científicos inocentes es producto de una sociedad enferma. Estamos cosechando dementes como el noruego Breivik o los dirigentes del Club del Rifle norteamericano.


Señor taxista.- Dicen que se trata de una sociedad del futuro donde los ricos viven arriba y los pobres en subterráneos, chingándose. ¿Como la nuestra no? Y que todo está a punto de destruirse.

Señor de pelo largo.- Igual que aquí.


La ciencia ha dejado de ser autoridad no solamente a los ojos de extremistas pone bombas, sino a los de la reacción religiosa norteamericana que extiende su influjo en la capital del mundo financiero. El creacionismo tan presumido por Sarah Palin se ha cernido como cáncer en los estados atrasados de la Unión, fundando “museos” dónde se explica a los niños que la Biblia y su verdad revelada sobre la aparición del mundo en 7 días no se contrapone a la ciencia –y entonces en sus salas puede observarse a dinosaurios paciendo sonrientes junto a los hijos de Abel. El darwinismo es un cuento de hadas y las ideologías y el fanatismo se lanzan a una nueva cruzada.


El común denominador entre creacionistas, Osama y los rebeldes londinenses: la apropiación de un dios-norma absoluta. ¿Sólo algunos son dueños del consumo? Impongamos nuestra ley, pensaron jóvenes furiosos lanzándose a las calles para apropiarse de lo ajeno.


La sociedad está siendo incapaz de transmitir a sus integrantes la posibilidad de hacerse de un lugar propio. Si bien el individuo es un triunfo civilizatorio, sólo está preparado para afrontar el reto quien ha pertenecido a una familia funcional en la trasmisión de una individualidad normalizada. Así lo han visto Philippe Julien y Danny Robert-Dufour y tal es el reclamo, mal encaminado, de los adolescentes londinenses o los creacionistas al abrazar el integrismo religioso o el anarquismo mesiánico.


Nadie puede hacerse justicia por propia mano y por tanto hace bien el gobierno inglés en llevar a juicio a saqueadores. Hará bien el mexicano cuando atrape a quienes pusieron en riesgo la vida del docente del Tec. Pero hacen mal al desoír el mensaje simbólico tras los exabruptos criminales.


La derecha acusa al Estado de bienestar por los problemas de la juventud. Como le ha otorgado todo gratis –“no regales el pescado, enséñale a pescar”- no está hecha al esfuerzo y autodominio. Echada a perder merece educación militar o correctiva.


A contracorriente se adelantan teorías menos burdas: no sobra sino falta Estado de Bienestar. Ha dado subsidios pero no trabajos de calidad ni horizontes de futuro. Si los rebeldes o reaccionarios sueñan un padre todopoderoso, lo simbolizado es la falla en las familias: se vive una crisis de la función paterna. Los jóvenes ingleses de la periferia estarían exigiendo un padre que al castigarlos les demuestre su amor.


De no escuchar el mensaje las sociedades se tornarán policiales. El terrorismo podría encender y como bien dijera Lacan: “Lo que quieren los revolucionarios es un amo. Lo tendrán”. Ya Estados Unidos tiene encerrado a uno de cada cien ciudadanos.


Ante el inminente retorno a la barbarie, el psico-historiador Hari Seldon ha adelantado la creación, en lo más extremo de la Galaxia, de una colonia científica encargada de elaborar la enciclopedia de todo el saber de la humanidad. Su labor reduciría el periodo de oscuridad varios miles de años. Dicha colonia ha sido llamada “Fundación”.


Señor taxista.- ¿Usted cree que la raza humana se extinguirá o más bien nos vamos a ir por allí a Marte y luego a Júpiter?

Señor de pelo largo.- No nos va a dar tiempo.

Señor taxista.- Pero el problema del agua se solucionaría con nuestra tecnología.

Señor de pelo largo.- ¿Sabrá este señor lo que se dice de los amos del agua? No. Yo tampoco creo en teorías de la conspiración: nuevos feudos apropiados de las reservas para cuando estalle la crisis.

Señor taxista.- ¿Usted piensa que van a dejar que el agua se acabe? Como cree, gente poderosa como Slim nos va a salvar.


2 comentarios:

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